"Dicen que el primer amor nunca se olvida, que permanece guardado en el rincón más profundo del corazón, y aún más, en la memoria de unos labios que aprendieron a amar por primera vez. En tus besos, mi niña interior despertó, reconociendo al fin lo que siempre había buscado: la calidez de un beso sincero, la paz de sentirse en casa, y ese abrazo que no solo cobija, sino que también cura.
Los años pasaron y, con ellos, también cambiaron las miradas. Un día entendí que en tus ojos ya no habitaba el amor, solo los recuerdos de una historia inconclusa que comenzó cuando éramos niños. Lo intentamos una vez más, por tercera vez, como si quisiéramos convencer al destino de darnos el final feliz que tanto soñamos.
Yo deseaba un “felices por siempre”, pero encontré algo más valioso: las respuestas que me permitieron cerrar esta hermosa historia con un “hasta siempre”.
Me llevo tus besos y cada caricia como un tesoro, no como un ancla. Porque hoy, mi final feliz no es quedarme, sino aprender a soltar. Cierro este ciclo con todo el amor del mundo, sin rencores, sin sombras… solo luz y la paz que mi corazón tanto necesitaba.
Y aunque nuestros caminos ya no vayan de la mano, te llevaré en el alma. Te amaré por siempre, en la forma más pura: aquella que no exige, no espera, solo agradece"...
Fuente: Bajo la Luna